SOMOS LO QUE COMEMOS, COMEMOS LO QUE SOMOS

Juntarse para comer es un acontecimiento cultural “muy rico”, no sólo por disfrutar de sabores conocidos o descubrir otros nuevos, sino por lo agradable y divertido que es comer con otros. Munches veces una pitanza acaba en folixa memorable.

La calidad de los productos que actualmente nos ofrece la industria agroalimentaria mundial, y las consecuencias que tiene su consumo, debería ser una preocupación primordial en nuestras vidas. Comer de una determinada manera, y consumir unos determinados productos, es consecuencia de un sofisticado entramado muy bien pensando por parte de las personas que dominan la economía mundial. La mayoría de productos que se ofrecen en las grandes superficies son de muy baja calidad, pues se pierden muchos nutrientes en todo el proceso, desde la creación artificial de semillas hasta el traslado a los puntos de venta, pasando por fases de congelación, inyección de elementos de conservación etc. Además, los productos elaborados son un combinado repleto de azúcares, elementos de conservación,  potenciadores de sabor y demás “E`s” que tienen unas consecuencias muy negativas (y en muchos casos desconocidas) para nuestro organismo.

Por otro lado, el mundo laboral y el estilo de vida occidental capitalista, nos obligan a vivir de una manera rápida y caótica , lo que nos impide tener tiempo para cocinar y para degustar lo que cocinamos, nos desconecta del origen y del contenido de los productos que nos llevamos a la boca, nos permite tomar en cualquier momento productos que en su ciclo natural solo pueden darse en determinadas épocas del año, nos ofrece productos desde lugares muy distantes del globo con unas consecuencias medioambientales nefastas, que sólo benefician a unos pocos que se aprovechan de relaciones colonialistas donde se destrozan hectáreas y hectáreas de tierras, se expulsa a comunidades enteras y se revienta ecosistemas de animales expulsándolos incluso extinguiéndolos; llegando a torturar y hacer desaparecer a representantes de la lucha por la tierra; o bien, se utiliza mano de obra barata, por lo general migrada, en condiciones pésimas,  y sometides a denigraciones, como por ejemplo las agresiones sexuales sufridas por la mujeres marroquíes en los campos de fresas del estado español …

Desde el chigre cultural Lata de zinc queremos dar importancia, así como un pequeño homenaje, a esos productores a pequeña escala que mantienen una lucha casi imposible, a veces sin ser conscientes de ello, por ofrecer productos de calidad, de temporada y de una manera directa, sin intermediarios. Estamos convencidas de que estos productos se pueden identificar,  disfrutar y combinar de muchísimas maneras para ofrecer unos sabores diferentes,  riquísimos y  sanos, con toda la fuerza de sus propiedades frescas.

Desde Lata de zinc, adaptándonos a nuestras posibilidades, y con intención de ir de menos a más, queremos ofrecer platos, y productos en general, elaborados desde el origen por nosotres, basados en estos productos “justos” y de calidad, variando con cada temporada estacional.

Lata de zinc pretende ser un espacio colectivo de creación culinaria donde lo importante sea el propio proceso, para el que contaremos con todos aquellos que quieran colaborar, aportando opiniones, puntos de vista y experiencias. El estilo del chigre, así como su sabor característico será el que generemos entre todas.

¡PORQUE COCINAR Y COMER SON DOS ARTES MÁS DE LOS QUE DISFRUTAR!